Imagínate esto: estás desayunando con tu cereal favorito y de repente la transmisión en vivo de tu programa matutino anuncia que un asteroide gigantesco, de nombre épico como «Apophis» (porque los asteroides siempre tienen nombres rimbombantes), está en rumbo directo hacia la Tierra. Pero espera… ¡el caos no comienza aquí! No, nuestro querido asteroide no es un velocista; en realidad, han calculado que impactará en 2025. Así que, ¿qué hacemos ahora?
¿Por qué podría suceder algo así?
En el mundo real, la posibilidad de que un asteroide impacte la Tierra no es algo sacado de una película de ciencia ficción, aunque a veces desearíamos que Bruce Willis llamara de inmediato. De hecho, existe una entidad real llamada NASA (sí, ellos) que vigila el cielo en busca de estos vecinos espaciales traviesos. Algún día, podríamos toparnos con uno grande que se salió de su órbita tras chocar con otro cuerpo celeste, convirtiéndose en un disco volador no identificado enfocado en hacernos una inesperada visita.
¿Qué pasaría después del impacto?
Digamos que Apophis decide aterrizar sin una visa terrestre válida. El primer signo detectado podría ser una luz brillante cruzando el cielo, mucho más intensa que cualquier estrella fugaz que hayas pedido deseos. Segundos después, si estás cerca del impacto, serías testigo de uno de los fuegos artificiales más épicos de la historia. Pero claro, este no es un caballo de Troya, y no trae buenas noticias ni dulces adentro.
Impacto en la Tierra y más allá
El impacto provocaría la liberación de energía comparable a la explosión de varias bombas nucleares, lo que causaría ondas expansivas capaces de derribar edificios a millas de distancia. Imagínate un martillazo cósmico aplastando todo a su paso, levantando polvo y escombros que se elevarían hacia la atmósfera, bloqueando la luz solar y reduciendo las temperaturas. Olvida los filtros de Instagram, el cielo se vería tristemente gris durante semanas.
Y… ¿las consecuencias globales?
Tendríamos un verdadero caos climático. La disminución de la luz solar interrumpiría la fotosíntesis, lo que significa malas noticias para las plantas y, en consecuencia, para todo lo que se alimenta de ellas. Un bajonazo global del suministro alimenticio, sumado al probable colapso económico y social, podría volver a la post-pandemia un mero capítulo de un libro de historia no tan interesante.
Los gobiernos, si es que sobreviven, trabajarían en conjunto para intentar manejar la situación, pero no sin antes verlo en una serie de Netflix. Mientras tanto, quedaría en las manos de científicos y héroes contemporáneos tratar de revertir los daños ambientales, usando cualquier conocimiento adquirido sobre terraformación o agricultura avanzada.
¿Podríamos evitarlo antes de 2025?
La respuesta corta es: posiblemente, si comenzamos ahora. Los científicos ya están desarrollando tecnologías para desviar asteroides, como empujar el objeto celeste usando tirones gravitacionales, o la opción preferida por los directores de películas, explotarlo antes de que llegue. Sin embargo, este no es el plan A, B o Z, ya que necesita más investigación y pruebas. Pero la esperanza, y los exámenes alocados, no faltan.
Así que ya saben, tal vez es buena idea disfrutar un poco más de las pequeñas cosas antes de 2025… mientras tanto, cruzamos los dedos para que nuestros expertos espaciales hagan su magia.
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