Imagine esto: Te despiertas una mañana, sacas la cabeza por la ventana y en lugar de escuchar los usuales sonidos de la ciudad, solo escuchas un calmante chapoteo de agua. Miras al horizonte y te das cuenta de que tu ciudad, sí, ESA ciudad con sus eternos atascos de tráfico, está ahora sumergida bajo el agua. Lo más curioso es que este apocalipsis acuático ¡no te ha pillado por sorpresa! Resulta que todo se debe al frenético experimento de unos científicos un poco alocados, quienes con la esperanza de salvar al planeta del calentamiento global, terminaron inundando las ciudades. Ahora sí, bienvenidos a la era urbana acuática.
Adaptarse o nadar
La primera pregunta que salta a nuestra mente es: ¿Cómo nos las arreglaríamos para vivir bajo el agua? Pues bien, la humanidad es una especie bastante ingeniosa y caeríamos en la creatividad pura. Imagina barcos y góndolas desplazándose por lo que antes eran avenidas. Probablemente, la bicicleta acuática se convertiría en el vehículo predilecto. Y no, el transporte público no desaparecería; simplemente se adaptaría. ¿Un autobús que navega? ¡Más vale que sí!
Arquitectura waterproof
Obviamente, nuestras casas necesitarían una remodelación. Las construcciones deberían ser completamente impermeables y dotadas de un sistema de soporte flotante. Quizás el concepto de habitaciones se reemplace por espacios en forma de cápsulas individuales conectadas entre sí. Olvídense de los tradicionales ladrillos y cemento; materiales como el vidrio reforzado o incluso estructuras hechas de plástico reciclado podrían ser el nuevo estándar.
La revolución de la moda
No podemos dejar de lado algo tan básico como la ropa. Una ciudad bajo el agua nos exigiría cambiar nuestros armarios de arriba a abajo. Los trajes de buceo se convertirían en la nueva prenda básica, y tal vez… ¿trajes de baño de gala? Claro, ¿qué mejor forma de ir a una cita que con un traje de neopreno de diseñador?
Comida submarina
¿Y qué del alimento? La buena noticia es que vivir entre las olas significaría tener acceso cercano y casi ilimitado a los recursos del océano. Tal vez los agricultores se convertirían en granjeros del mar, cultivando algas comestibles y desarrollando pisciculturas. Quien sabe, a lo mejor las hamburguesas de medusa se vuelven la nueva sensación del menú. Avísame si alguien encuentra un sándwich de estrella de mar.
El lado biófilo del caos
Pero no todo es desesperación terrestre; nuestra convivencia con el agua también podría remodelar nuestro debilitado vínculo con el medio ambiente. Sumergirnos así nos obligaría a respetar más a nuestros amigos marinos y quizás comprender que somos solo una parte del intrincado y precioso sistema que es la Tierra. Quizás, solo quizás, este reajuste nos convertiría en verdaderos protectores del planeta.
Ya sea que esto ocurra debido a un científico loco o a un imprevisto climático imparable, imaginar una vida bajo el agua es un ejercicio que nos hace reevaluar cómo vivimos y qué tanto cuidamos el mundo donde lo hacemos. ¡Por eso te invitamos a dejar volar tu imaginación y compartir en los comentarios cómo te las arreglarías en este alocado escenario! ¿Te verías viviendo en un apartamento flotante o en un globo submarino? ¡Comparte este post para ver qué opinan tus amigos de este tema burbujeante!