Imagina este alucinante escenario: un día, un grupo de científicos locos e innovadores, después de tomar suficientes cafés y pasar noches en vela, desarrollan un dispositivo capaz de almacenar y transferir emociones. Sip, así tal cual, como si fueran archivos de música o fotos de gatitos. Ahora puedes guardar esa sensación de euforia que sientes al subir una montaña rusa o esa tranquilidad de estar en la playa, y ¡listo!, compartirla cual meme viral con tus amigos. Parece salido de una película de ciencia ficción, ¿verdad? Pero, ¿qué implicaciones tendría esto? Vamos a darle una vuelta divertida y lógica.
¿Almacenar emociones? ¡Suena a una completa locura!
Primero, pensemos en las implicaciones personales. Tal vez estés teniendo un día de perros, pero afortunadamente guardaste en tu dispositivo un día soleado lleno de risas y felicidad, al que puedes recurrir como antídoto. Básicamente, podrías estar en una oficina sin ventanas y, con solo un clic, sentir que estás en el Caribe con un coco en la mano. ¡Hola, felicidad instantánea!
¿Y qué hay de las emociones más profundas? Esas que no siempre queremos revivir. Almacenar emociones podría también tener un lado más oscuro. Imagina una ruptura amorosa traumática almacenada por equivocación; desde luego no querrías reproducir esa experiencia… ¡a menos que seas un amante del drama!
El lado social: emociones a la carta
Ahora, echando un vistazo a la dimensión social, podríamos compartir emociones con otros como si fueran historias de Instagram. Olvídate de intentar describir lo que sientes en palabras (porque seamos honestos, a veces es imposible); simplemente envías el archivo de tus emociones. ¿Lidiar con amigos que no entienden por qué te gusta tanto el heavy metal? Envíales un archivo de la emoción que produce un épico solo de guitarra y quizás se conviertan en fans al instante.
Vender emociones: un nuevo mercado
Con todos los entusiastas del comercio allá afuera, es probable que surja un mercado de emociones. Podrías comprar experiencias emotivas de tus celebrities favoritas. ¿Te imaginas sentir la emoción de Adele en pleno concierto o la euforia de Cristiano Ronaldo tras marcar un gol decisivo? Este mercado sin duda revolucionaría la forma en que vemos a los influencers; serían influencers emocionales, llevándonos a lugares que solo habíamos soñado.
Una cultura basada en emociones… literal
Pensemos ahora en la cultura. Las películas o novelas, en vez de simplemente narrar historias, podrían venderse con el paquete de emociones correspondiente. Podrías experimentar el miedo puro en una película de terror sin tener que verte afectado durante toda la noche, o la emoción de una confesión de amor sin apenas despeinarte. Y las sorpresas no acaban aquí: ¿qué tal aprender idiomas sintiendo cómo se emocionan las personas nativas al hablar?
Finalmente, esto podría tener un efecto de unir y entender mejor a las personas. Conservar tu cultura, tu historia, o tus momentos más especiales sería tan sencillo como guardar una app en tu teléfono. Obviamente, seguirían existiendo diferencias, pero ¡vaya manera de conocer el mundo!
Este loco, pero fascinante concepto, provocaría una revolución en cada aspecto de nuestras vidas. Desde lo personal hasta lo social, e incluso lo económico y cultural. Un dispositivo para almacenar y transferir emociones podría cambiar la forma en que experimentamos el mundo, pero por ahora, seguimos con nuestros cafés y caras de emoción en los GIFs 😜.
Así que, amigo, ¿qué piensas tú? ¿Acaso el futuro nos depara emociones a la carta? ¡Déjanos tu comentario más abajo y no olvides compartir este post con tus amigos para ver qué piensan ellos también!