Imagina que un día cualquiera estás caminando tranquilamente por la National Mall en Washington D.C. Admiras el monumento a Lincoln y te detienes a hacer una selfie con el Capitolio de fondo, cuando de repente, el cielo se ilumina como si fuera día en plena noche. ¡Boom! Ha explotado una bomba nuclear en pleno corazón de la capital de Estados Unidos. Ahora, antes de que te asustes y te pongas un casco de aluminio, analicemos con lógica pero con un poco de humor qué sucedería si esto pasara (eso sí, a modo de la mejor película de ciencia ficción).
El resplandor inicial: ¿fiesta de luces o apocalipsis zombi?
Si un artefacto nuclear explotara en el centro de Washington D.C., lo primero en ocurrir sería *un resplandor deslumbrante*. No, no hablamos de un festival de luces navideñas, sino de una explosión que haría que el mismísimo Iron Man busque protector solar FPS 1.000. Este brillo inicial es producto de la reacción de fisión o fusión nuclear, según el tipo de bomba. Esa luz no solo ciega temporalmente, sino que actúa como una radiación ardiente que quemaría todo a su paso en un radio considerable. Sí, eso incluye a tu selfie stick, ¡horror!
La onda expansiva: la peor ráfaga de viento
Después del resplandor, una onda expansiva surcaría la ciudad a velocidades supersónicas, como si toda Washington hubiera lavado un exceso de frijoles. Esta ráfaga de aire con fuerza descomunal derribaría edificios más rápido de lo que se puede devorar un hot dog en una parada de comida rápida. Cuanto más cerca del epicentro, peor sería el desastre; así que si estás en el Capitolio, tal vez querrías probar suerte con el búnker subterráneo.
Radioactividad: el enemigo invisible
Ah, la radiación… ese villano silencioso que no puedes ver y que no necesita una bata blanca para ser peligroso. En el caso de una explosión nuclear cerca del suelo, partículas radiactivas se elevarían en gigantescas columnas de polvo, viajando con el viento para caer a varios kilómetros de distancia. Recuerda que la radiación no te da superpoderes, sino el peor bronceado de tu vida. Aquí, se volvería esencial tener un refugio seguro, mantenerse alejado del exterior y, probablemente, almacenar un buen número de cómics para pasar el rato (al fin y al cabo, estarías viviendo un cómic hecho realidad).
Consecuencias globales: el efecto mariposa del terror
No podemos olvidar las consecuencias globales, porque una explosión de tal magnitud en Washington D.C. no sería solo un desastre local. Habría una conmoción internacional, con los índices bursátiles tambaleándose y los líderes mundiales pegados a sus teléfonos como adolescentes en Instagram. Políticamente hablando, las reacciones podrían ir desde la condena verbal hasta represalias militares. Sin mencionar que el evento podría desencadenar una oleada de desastres humanitarios y económicos.
Nueva cultura pop: de películas de superhéroes a documentales sobre ratas mutantes
En el mundo posnuclear, seguro que la cultura pop tendría un giro interesante. Dejemos que nuestra imaginación vuele por un segundo. ¿Ratas mutantes convertidas en la nueva amenaza global? ¿O tal vez un grupo de valientes influencers convertidos en héroes para rescatar al mundo postapocalíptico? Lo que es seguro es que las películas sobre el universo de superhéroes ya no serían ficción, sino documentales dramatizados. ¡Las salas de cine, o lo que quede de ellas, estarían repletas!
Así que ahí lo tienes, una divertida pero reflexiva mirada a lo que podría suceder si una bomba nuclear explotara en Washington D.C. Aunque todo esto suena a una mezcla entre Mad Max y Independence Day, esperemos que nunca tengamos el ‘privilegio’ de comprobarlo.
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